Esto fue una vez que, por
fin mi jefe, tras 4 años sin vacaciones, decidió que me merecía un
descanso de 2 semanas. Entonces mis hijos ya eran adultos y me fui sola a
casa de mi hermana Mimos.
Durante esa semana fuimos a
ver a nuestra madre, nos quedamos una noche en el pueblo, mientras le
iba enseñando unos catálogos de circuitos por España.
Ella no se lo pensó 2 veces. La
cuestión es que yo necesitaba una compañera y ¿quién mejor que Mimos?
Total, que se vino a Sevilla y una noche salimos en autocar rumbo al
norte de España. El viaje, el hotel, la comida,
las excursiones, todo magnífico.
Pero ¡ay!, tenía que pasar
algo... Desde el segundo día, no sé cómo ni dónde, embarcó un pasajero
inoportuno... Un virus maléfico que nos afectó a todos, unos tras otros.
Empezó con una familia de la parte trasera del
autocar, vómitos, diarreas y el estómago cerrado. Nosotras ibamos
delante y veíamos a un hombre venir cada 2 minutos a por una bolsa de
plástico, no sé cual de las dos dijo: "¿Pero por qué no se lleva un puñado?" y nos dió una risa tonta que contagió a las dos pasajeras
detrás de nosotras, madre e hija.
Y así toda la semana. Yo me levanté un día vomitando, y cosa extraña, no pude ni tomar el café ni nada en todo el día. Tenía el estómago cerrado, pero no estaba tan mal...
Y al día siguiente
estaba tan fina. Mientras, el resto del grupo iban cayendo como moscas,
perdiéndose las excursiones , las comidas en restaurantes, etc...
Mi hermana presumiendo de
ser la más resistente, ¡ja ja ja!! Pero la cosa no había acabado, a la
vuelta cayeron los pocos que faltaban... Y Mimos tan pancha... Llegamos a
mi casa, y ella se iba al día siguiente a Portugal,
tenía el viaje a las 11 de la noche, desayunó y almorzó tan ricamente,
pero a eso de la media tarde se le cambió la cara de pálida a amarilla y
viceversa, y venga a ir al baño...
La pobre no podía perder el
billete y tampoco estar más tiempo ausente de su casa, así que como
perro que va a la horca, con una buena provisión de bolsas de plástico y
de pastillas anti-náuseas, nos fuimos a la
estación de autobúses, y allí en todo el medio, apenas tuvo tiempo de
coger una bolsa y vomitar el contenido de su estómago. Acto seguido se
fue al baño con una diarrea mortal. En ese estado embarcó para un viaje
de 7 / 8 horas, tras mis advertencias al conductor: "Si mi hermana dice
que pares, más te vale parar..."
Fin de la aventura.
P D . Tengo que decir que nosotras no nos perdimos ninguna excursión, ni el baile de
despedida
la última noche. Y que en Galicia hemos degustado los mejores mejillones
del mundo, acompañados del mejor vino blanco, en un barco sumergible.
Fue un maravilloso viaje pese a todo.
(Escrito con la mirada)