Ella se merece un post en este espacio, más que nadie.
Lo venía dejando, por un cierto pudor en desnudar mis sentimientos, y por ella, que es como yo.
Pero no quiero posponerlo más, porque esta enfermedad a veces te pilla de imprevisto, y no te da tiempo de nada.
Muchos de los que me siguen ya saben quién es.
Mimosete, no es un mote ni un alias, como creen algunos. No sé de donde habrá sacado nuestra madre ese nombre, allá por el año 50, en una finca rural perdida en medio de la nada. Lo cierto es que es su nombre y me gusta. Nunca conocí a otra con su nombre, ni como ella.
Claro, qué voy a decir yo que soy su hermana gemela... Soy lo más parecido a ella, no solo físicamente sino también en la forma de ser y enfocar la vida.
Nuestras vidas siguieron rumbos muy diferentes desde muy jovencitas. Nos casamos y nos fuimos a buscarnos la vida cada una por su lado. Luego ella regresó a Portugal, mientras yo seguía a miles de kilómetros. En mi lucha cotidiana (trabajo, hijos y demás) pues, no me daba tiempo de pensar demasiado en si echaba en falta a mis padres y hermanos. Llamaba por teléfono y me conformaba con saber que estaban bien.
Mucho después, cuando nos trasladamos a Sevilla, la distancia se acortó aunque al tener cada una su trabajo, la cosa en cuanto a visitas seguía más o menos igual. Hasta que yo me separé.
Los hijos de ambas han crecido, y empezamos a vernos con más frecuencia, incluso hacer algún viaje juntas.
Pero ¡ay!, llegó la ELA. Se apoderó de mi cuerpo y puso punto y final a todos nuestros proyectos.
Estoy segura de que ella lo ha pasado peor que yo y de que ha llorado mucho al principio.
Ahora viene en cada puente festivo, en cualquier momento que tenga más de dos días libres. Me da mucha pena porque sé que está muy cansada. Me escribe todos los días sin importarle que no conteste. Se preocupa de que me canse y es tan generosa que me dice que no gaste mis fuerzas con ella si algún amigo me está hablando, porque ellos me necesitan más.
En realidad es así, no es que yo pueda hacer nada pero hay personas que solo necesitan hablar y que alguien les conteste.
Mimos, cada vez que entras por la puerta de mi casa, mi corazón da saltos de alegría. Tu presencia me tranquiliza, me encanta tu relación con mis hijos y la de nuestros hijos entre ellos. Cuídamelos cuando yo no esté. Recuérdales lo que su madre les enseñó: no mentir, ser tolerantes, generosos, responsables, leales y honrados.
Te quiero muchísimo corazón.